DÍA DE LOS PATRIMONIOS: Un gigante de corazón minero en el hospital de Lebu
Fabricada en 1969 y con más de 50 años de funcionamiento, la caldera del Hospital Santa Isabel, es un testigo silencioso de la historia del recinto lebulense, junto a las diversas generaciones de funcionarios y pacientes que han sido parte de su trayectoria.
Domingo Vera González, es uno de los cuatro operadores que durante las 24 horas del día y los siete días de la semana, se encargan de mantener en marcha y en óptimas condiciones a una de las calderas más grandes de la Región de Biobío, lo que le enorgullece, debido a la importancia de estas instalaciones para el establecimiento.
«Es como el cerebro del hospital pues sirve para la calefacción, la generación de agua caliente, el funcionamiento de los autoclaves para la esterilización, entre otras cosas que son indispensables», explica el operador, que suma 31 años de labores en el recinto.
Cuenta con nostalgia que vivió, junto a sus compañeros, la conversión del sistema de combustión a carbón a la utilización de gránulos de biomasa o pellets, lo que adquiere un especial significado a partir del pasado minero de Lebu.
«Uno recuerda de cuando la gente venía a entregar su carbón; eran pequeños pirquineros venían a dejar el producto de su trabajo y cuando eso se terminó se notó a nivel social por todo lo que representa la minería en la zona», señala Vera.
Recuerda además, que cada 15 días llegaban camiones cargados con el combustible que sumaban 30 toneladas mensuales, hoy en día y tras la conversión de los sistemas de combustión, reciben 22 mil kilos de combustible granulado cada 20 días, que si bien tiene un menor poder calorífico en comparación al carbón, es menos contaminante.
COMPROMISO EN EQUIPO
Las historias en torno a la caldera son numerosas, incluso para el terremoto del 27F, se convirtió en el centro de operaciones del hospital, pues pese a todo hubo que mantener diversos sistemas en funcionamiento mientras se habilitaban el resto de los servicios: «nunca paramos, como equipo nos vinimos en seguida, fueron semanas en que no nos fuimos a nuestras casas, pues era un momento de necesidad y tuvimos que hacer muchas tareas para ayudar, a mí hasta me tocó hacer de chófer para llevar unas personas a dializarse», rememora.
Con diversas mejoras en tecnología, la caldera sigue funcionando brindando bienestar a la comunidad usuaria y funcionaria del Hospital Santa Isabel. Quedan atrás los días en que sus operadores debían palear carbón para manejarla, sin embargo, el compromiso de su gente permanece en la dedicación para solucionar los contratiempos del día a día y las labores de mantenimiento que también asumen como equipo: son los únicos compañeros de un gigante de corazón minero.